Aunque se pase por delante de su puerta es
probable que pase desapercibida. Hay que prestar atención para dar con ella. Está
en la calle de la Sal, 1, en la acera de la derecha, saliendo de la plaza Mayor
hacia la calle de Postas y frente a otros dos establecimientos centenarios de
Madrid: la Antigua Relojería (1880) y la carnicería Casa Bartolomé (1837).
La Cordonería Fillola es uno de los comercios protegidos por
el Ayuntamiento de Madrid, aunque aún no está incluido en el catálogo de
establecimientos centenarios por no haber cumplido la centena de años de
existencia, lo que supone la prohibición de cambiar de actividad o reformarlo.
Esta denominación no genera ningún tipo de beneficio económico y supone, en
ocasiones, más dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos del comercio.
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Cordonería Fillola |
Los escaparates de este comercio tienen poca
profundidad, no más de 10 centímetros. Da la impresión de que se trata de una
tienda normal y corriente pero no es así. Cuando uno pasa por la estrecha entrada,
se encuentra con unas escaleras que conducen a una vivienda.
La Cordonería Fillola es tal vez la tienda más
diminuta que sigue abierta en la capital. Guillermo Quecedo Fillola, su
propietario y quinto sucesor de su fundadora, se desenvuelve en apenas dos
metros cuadrados entre una maraña de cordones, flecos y redecillas. El negocio
ha pasado por todas las generaciones de su familia desde que lo fundara su bisabuela,
Alfonsa Martín Mora, el 17 de junio de 1921. En aquel entonces era común que
los comercios se establecieran en los descansillos de las escaleras. Pero sólo
éste ha resistido hasta la actualidad.
Instalada en las mismas escaleras de un edificio
adyacente a la Plaza Mayor, en la tienda de Guillermo apenas hay espacio para
que los clientes y los vecinos que acceden a sus casas puedan transitar a la
vez. El orden es fundamental para poder operar en esta pequeña cordonería, y
por eso su dueño dedica cada día una hora y media (45 minutos al abrir y los
mismos al recoger para cerrar) a colocar minuciosamente todos los artículos en
el interior y el exterior de su establecimiento.
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Escenas galdosianas obra de A. Mingote |
Las auténticas redecillas goyescas de seda y
terciopelo, los madroños de lana y multicolores cordones para las cofradías de
Semana Santa se entremezclan ahora con el sin fin de recuerdos típicamente
españoles que desde los años 50 incorporaron "porque ahora es muy difícil
sobrevivir de la cordonería artesana", comenta Guillermo.
El alcalde Álvarez del Manzano, en el año 2001, ofreció
al genial Antonio Mingote pintar las paredes de este edificio de la calle de la
Sal. Las escenas de los falsos balcones se corresponden con los personajes de
Fortunata y Jacinta, Benito Perez Galdós y otros personajes de la época con el
humor y estilo característicos del que fuese I marqués de Daroca. Figuras de
escenas galdosianas que se muestran al Madrid del siglo XXI desde las ventanas
ciegas del edificio.
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Calle de la Sal con la plaza Mayor al fondo |
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