La Posada del Peine fue fundada en 1610, en la antigua calle del Vicario
Viejo, hoy calle del Marqués Viudo de Pontejos. El primer propietario fue Juan Posada,
quien abrió sus puertas al público en dicho año. En 1796, los nuevos
propietarios, los hermanos Espino, encargaron a Francisco Álvarez Acevedo la
ampliación de la Posada, mediante una licencia que permitía edificar una nueva
planta en las dos fachadas del edificio. Este trabajo se llevó a cabo bajo el
control del arquitecto municipal, Juan de Villanueva. Alrededor de 1800, se
ampliaron sus instalaciones con la construcción de una casa contigua. Tras estas
ampliaciones, se realizó otra modificación en 1863. Este nuevo proyecto
permitió mejorar el estado estructural de la Posada, y aumentó de nuevo la
altura del edificio, contando desde entonces con tres pisos. El proyecto corrió
a cargo del arquitecto Juan Antonio Sánchez.
Posada del Peine. Vista desde la calle de la Sal |
Su nombre no es casualidad. Viene dado por un dato muy peculiar: en sus
inicios, como servicio adicional para sus clientes, en sus habitaciones se
contaba con un peine atado a una cuerda para impedir que los viajeros se lo
llevaran.
A lo largo de la historia de la literatura podemos encontrar numerosas
referencias a la Posada del Peine. Allí se alojaron, entre otros, la viuda de
Gustavo Adolfo Bécquer, Casta Esteban, o el pintor José Gutiérrez Solana. El
edificio fue además objeto del discurso de ingreso en la Academia de la Lengua
de Camilo José Cela.
La Posada se mantuvo abierta al público de forma modesta hasta alrededor
de 1970, época en la que cerró sus puertas. En 2006 el hotel recuperó de nuevo
todo su esplendor de antaño gracias a la inversión y esfuerzo de la cadena
hotelera madrileña High Tech, manteniendo su denominación original, la cual
gestiona desde ese año la Posada. De su mano, la antigua Posada se ha
convertido en un referente turístico e histórico de Madrid.
Posada del Peine |
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