En el número 39 de la calle de la Montera el grabador artístico Marcelino Guiseris establece su taller, con vivienda en el piso de arriba, el dieciséis de julio del año 1883.
Famoso por sus trabajos para clubs y “sociedades sportivas”,
contaba con un catálogo de diferentes velocípedos y realizaba chapas para
bicicletas a dos pesetas en 1895. Guiseris realizó las chapas identificativas
que llevaban las primeras bicicletas madrileñas, convirtiéndose en proveedor de
“La Unión Velocípeda Española (U.V.E.)” desde la fundación de ésta, en 1896.
También se dedicaba a la realización de sellos de bronce,
caucho y a todo lo referente a grabados, en especial medallas y esmaltes.
El negocio ha ido pasando de padres a hijos, y todos,
curiosamente, se han llamado Marcelino.
El oficio lo han aprendido de su padre y de los oficiales
que trabajaban en la tienda y el taller contiguo.
Actualmente Teresa, cuarta generación de la familia,
continúa trabajando los sellos de caucho y las grabaciones en metal.
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