Procede de la época de Carlos III, cuando en ella podía
encontrarse a los hombres de ciencia en la rebotica mezclando sus hierbas y
ungüentos.
Abierta en 1780 con el nombre de “Botica de San Bernardo”,
esta farmacia prodigiosa conserva su original decoración, sobre cuyo estilo hay
tantas denominaciones como autores han opinado sobre ello. Digamos que el
estilo predominante en la tienda sería el rococó, y el despacho interior
obedecería al estilo historicista con elementos neogóticos y árabes que hace
que se asemeje más a una estancia palaciega que a una botica.
El espacio rectangular está ocupado por seis hornacinas con
adornos de estilo rococó que contienen tarros y botamen de gran belleza
procedentes de la fábrica del Buen Retiro. Los lienzos de las paredes y la
araña del techo son de gusto francés, mientras que la rebotica, de fines del
XIX, es de estilo modernista.
Su primer farmacéutico conocido es Baltasar de Riego, que era pintor además de farmacéutico. Aquí se reunían escritores como Espronceda y Ventura de la Vega.
Su primer farmacéutico conocido es Baltasar de Riego, que era pintor además de farmacéutico. Aquí se reunían escritores como Espronceda y Ventura de la Vega.
En 1861, la heredó Juan Chicote quien se encargó de
organizar unas tertulias en la rebotica donde se congregaba la crema de la
intelectualidad: desde médicos como Méndez Alvaro y Federico Rubio, a
políticos, como Castelar, Cristino Martos o Pi y Margall.
En la rebotica, de estilo modernista, hay un busto de Galeno
y una copa con la imagen de Platón.
En 1947 pasó a manos de la familia Deleuze. Su propietario,
don Alberto Deleuze en 1948 restaura la fachada para recuperar su decoración
original, transformándose una de sus dos puertas en escaparate.
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