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Viena Capellanes de la calle Fuencarral, 122 |
En 1871, el Dr. Martí, un médico de Valencia fue a la feria
Universal de Viena en busca de ideas para establecer un nuevo negocio. No
encontró nada que le llamara la atención, pero le encantó el pan vienés y
consiguió la receta. La principal diferencia estribaba en que el pan en España
se hacía sin levadura, mientras que el vienés sí la utilizaba. Cuando Martí
regresó a España registró la receta y obtuvo los derechos exclusivos durante
diez años.
Para comenzar con la producción contactó con Matías Lacasa quién
inmediatamente invirtió en este negocio.
La primera tienda se abrió en 1873, en la esquina de la calle La Misericordia con la calle Capellanes, hoy en día llamada Maestro Victoria. La calle Capellanes se llamaba así
porque en esta calle había una residencia de capellanes que se ocupaban
de la Casa Real y también del Convento de las Descalzas Reales, situado al lado
de la tienda. El primer edificio fue demolido, pero el nombre de la calle sigue
ligado al negocio desde entonces.
Después apareció otro producto, el pan de gluten, especial
para diabéticos y que fue un gran éxito. En 1929 Viena Capellanes comenzó
también a hacer chocolate para diabéticos.
Otro de sus productos más conocidos es la tarta Sacher, que
se hace siguiendo la receta original que Viena Capellanes consiguió del famoso
Hotel Sacher en Viena.
En la última década del siglo XIX, Manuel Lence Fernández
había venido a Madrid. Nacido en Miranda, Galicia, hizo gran parte del viaje a
pie. Quería labrarse un futuro y tener acceso a una vida mejor.
Cuando Martí y Lacasa fallecieron, Juana Nessi, la viuda de
Lacasa, heredó la tienda. Juana Nessi estaba muy interesada en ofrecer
productos de buena calidad. Incluso revisaba los huevos cada noche, para
asegurarse de que estaban en condiciones de ser utilizados. Juana empleó a
Manuel Lence como chico de los recados. Por las mañanas Manuel trabajaba en la
tienda y por las tardes vendía periódicos en la Puerta del Sol.
Tras la muerte de Juana, su sobrina Carmen Nessi se puso al
frente del negocio. Carmen Nessi era la madre de Pío y Ricardo Baroja.
Miguel Lacasa, sobrino de Matías Lacasa había heredado otra
tienda en la calle de Alcalá.
Los fundadores del negocio habían estado más interesados en
disfrutar de la vida que en ocuparse de su negocio, la herencia incluía muchas
deudas y todos los esfuerzos realizados no fueron suficientes para que el
negocio floreciera.
Después de llevar ya tres años trabajando en Viena
Capellanes, Manuel Lence fue nombrado encargado del negocio. Parece que estaba
más interesado en el mismo que los propios propietarios, que preferían escribir
y pintar cuadros. De hecho, Pío Baroja pasaba su tiempo libre escribiendo sus
primeras novelas, mientras que su hermano comenzaba a hacerse un nombre como
grabador. Don Pio, en la trastienda de la primera tahona de Capellanes escribió
ni más ni menos que: Vidas Sombrías, La Casa de Aizgorri, Silvestre Paradox y
Camino de perfección.
Al mismo tiempo, los primeros años del siglo XX fueron
difíciles para todos los negocios en general. Viena Capellanes tenía dos
problemas básicos, el aumento del precio de la harina y más competidores, ya
que ahora las demás panaderías también podían ofrecer el pan vienés. Todo esto
llevó el negocio a una situación muy complicada. Más aun, tuvieron que
abandonar la tienda, ya que el edificio iba a ser derruido. Pío Baroja quería dedicarse
a la literatura, su hermano al arte y decidieron vender el negocio a Manuel
Lence.
Cuando Manuel compró el negocio, la panadería sólo tenía un
horno que había sido llevado a la calle Mendizábal, y una tienda en la calle de Preciados. Esta tienda estaba abierta las 24 horas del día.
Los Baroja comenzaron con sus nuevas actividades, una imprenta
(Caro Raggio), pero seguían viviendo en la misma calle Mendizábal y nunca
perdieron el contacto con Manuel Lence.
Cuando Manuel comenzó su negocio hizo que sus cinco hermanos
vinieran a Madrid para ayudarle. Todos trabajaron duro y para el año 1919 ya
tenían cinco hornos, seis panaderías y nueve tiendas. Contaban con 264
empleados y sus productos se distribuían por todo Madrid en dos carros de mulas
y dos coches. Fue la primera industria
Madrileña que dispuso de vehículo de reparto motorizado, en vez de los carros
de caballos al uso de la época. También fue una de las primeras industrias
madrileñas que contó con la destacada distinción de "Proveedores de la
Casa Real".
En aquellos días el trabajo en una panadería era realmente
duro. Los trabajadores comenzaban su jornada a las 23:00, cuando empezaban
limpiando y engrasando las cacerolas en que se cocinaba el pan. Después
quitaban el carbón del horno y metían el pan. Una vez que los trozos de pan
estaban hechos tenían que humedecerlos con agua para que la corteza estuviera
brillante. Trabajaban unas 12 horas diarias.
Durante los locos años 20, Viena Capellanes ya alcanzó el
reconocimiento y la popularidad que sigue manteniendo hoy en día. La Familia
Lence se convirtió en proveedor de la Casa Real hasta la Guerra Civil.
En 1930 la empresa ya contaba con dos fábricas y 14
filiales. Algunas de las tiendas no sólo vendían pan, sino también carne y
pasteles y contaban también con salones de té. Una de las grandes innovaciones
de Manuel Lence fue el ofrecer servicios de catering. Entre sus clientes se
contaban muchos de los grandes hoteles de Madrid, como el Ritz o el Palace.
También ampliaron su oferta en pastelería. Todo esto hizo que abrieran más
filiales.
Comercialmente fue pionera en nuevas fórmulas comerciales
con sus "Contratos de cesión de marca" antecedente directo de los
actuales "Contratos de franquicia".
Durante la Guerra Civil muchas tiendas fueron requisadas y
parcialmente destruidas. Una vez que la guerra terminó, la familia Lence volvió
a su negocio inicial y comenzaron prácticamente desde el principio tratando de
recuperar el máximo posible. Esta recuperación se hubo logrado casi totalmente
hacia el año 1950.
Manuel Lence, que fue el que realmente lanzó el negocio de
Viena Capellanes, murió en 1957 y le sucedió su hermano Antonio. Pero había más
herederos y una época de crisis siguió, hasta que la familia Lence Mora comenzó
a gestionar la empresa. Fue en los años 1980 cuando la tercera generación cogió
el liderazgo.
Uno de los productos más conocidos de Viena Capellanes son
actualmente sus sandwiches. Parece ser que en los años 30 un cliente entró en
una de las tiendas y pidió un sandwich.
El empleado, no sabiendo lo que se le pedía, preguntó al cliente y después hizo
un sandwich a su aire, con un toque español. Podríamos decir que este fue el
origen de la comida rápida, siempre de calidad, que ofrece Viena Capellanes.
Hoy en día ya es la cuarta generación de la familia Lence
que está al frente de la empresa, siempre persiguiendo productos de calidad y
en constante evolución.
Entre las distintas tiendas de Viena Capellanes que tenemos
en Madrid, probablemente la más llamativa sea la que está en la calle Goya 37,
manteniendo todavía el mismo aspecto exterior que en su día.
Otro sitio que merece la pena visitar es el Café Viena,
ubicado en la calle Luisa Fernanda 23. Este fue un negocio muy especial para
Manuel Lence. Quería tener un sitio donde poder sentarse a charlar o discutir
con sus amigos sin ser molestado. El Café Viena abrió sus puertas en 1928 y
pronto se convirtió en un lugar de reunión para escritores y autores que
celebraban sus reuniones allí.
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